¿Perjudica una moneda barata para comprar petróleo?
Publicado: 05 Nov 2012, 16:16
Uno de los argumentos más frecuentes a la hora de defender la permanencia de España en el euro es el precio al que saldría el petróleo (y su repercusión en los combustibles) si volviéramos a una moneda soberana devaluada.
Esto es un error conceptual de economía. Lo que hace que un país sea rico (y que pueda importar mucho más) es su competitividad, es decir su capacidad para vender bienes al exterior. Cuanto más exportas, más dinero consigues para poder importar. Da lo mismo que tu moneda sea fuerte o débil, lo que importa es que exportes lo suficiente para luego poder importar petróleo y otras necesidades.
A continuación voy a explicar el mecanismo concreto de todo esto:
El petróleo, a nivel internacional, se transa en dólares. Esto está empezando a cambiar, ya que algunos países aceptan euros para vendernos hidrocarburos. En cualquier caso, tanto euros como dólares no son monedas que podamos "imprimir", ya que no tenemos soberanía sobre las mismas.
Supongamos que volviéramos a una moneda soberana, llamémosle Nuevas Pesetas. La creación de dinero por parte del Banco de España serviría para pagar los gastos internos del gobierno, pero no las importaciones. Las importaciones se pagan solo en dólares o en euros, y ninguna empresa extranjera aceptaría nuestra divisa (npta).
Es fundamental entender que ningún país ni autoridad monetaria extranjera aceptaría cambiarnos cantidades importantes de nuevas pesetas por dólares. Esto sucede con los particulares cuando vamos de viaje porque hay un acuerdo financiero internacional para que sea así, y debido también a la suculenta comisión que nos cobran. Pero el Banco de España no puede imprimir mil millones de pesetas y pretender comprar dólares con ellas. Nadie las aceptaría.
Las reservas de dólares de cualquier país solo se pueden conseguir mediante exportaciones, excepción hecha de los "swaps de liquidez" entre bancos centrales (pero esa es otra historia, ya que tampoco nos ayudaría en nuestro caso).
Esto quiere decir que, por ejemplo Avia (distrubuidora independiente de combustible), deberá pedir al Banco de España que le cambie pesetas por dólares para poder importar el petróleo que luego nos venderá refinado en las estaciones de servicio.
Cuando Camper vende zapatos al extranjero, cobra en dólares que son cambiados en el Banco de España por pesetas para pagar tanto los impuestos, como los gastos en personal y resto de costes de fabricación (de la parte que no tenga externalizada a China).
Es decir, que el Banco de España va acumulando divisas extranjeras (normalmente dólares) cuando Camper exporta calzado, y reduce sus reservas cuando Avia importa petróleo.
Si gastamos más importando que exportando, las reservas de divisas del BdE se acabarán, y no podremos importar más salvo que nos endeudemos en dólares durante un tiempo. Pero eso será vivir de prestado, y la situación empeorará en breve si no se revierte la balanza comercial.
Así que lo que es clave para importar energía es que el país tenga reservas de divisas con las que cambiar moneda al importador para que nos llegue el petróleo extranjero. Cuando un país tiene una moneda demasiado cara, las exportaciones se hunden mientras que las importaciones crecen. Es como una familia que gasta más de lo que ingresa. Esto se denomina un problema de competitividad.
Para ajustar la competitividad hay que reducir los precios y los sueldos de modo que se alineen con los del exterior. Esto se puede hacer de dos maneras, una indolora y otra muy dolorosa:
-- la indolora consiste en devaluar la moneda para que el ajuste sea instantáneo y en cuestión de meses se revierta la balanza comercial. Se genera empleo rápidamente al importar menos, exportar más y al comprar más productos nacionales. Eso sí, viajar al extranjero sale más caro, y también subirán los iPhones, la gasolina y las zapatillas Nike.
-- la dolorosa es la llamada deflación interna. Esto consiste en obligar a la población a que acepte trabajar por menos, para que los costes empresariales se reduzcan, y con ello los precios de nuestros productos. Salvo que se aplicara un real decreto de reducción de sueldos (por ejemplo todos perdemos un 30% del sueldo, pero la hipoteca sigue igual), este ajuste se consigue en la práctica mediante mucho desempleo y precarización laboral ("flexibilidad"), para que los parados en situación desesperada acepten trabajar por sueldos que nunca antes habrían aceptado. Después de unos cuantos años de doloroso ajuste, se consigue que la población trabajadora cobre de media mucho menos. Al final viajar al extranjero sale también más caro, lo mismo que los iPods, el gasóleo y las zapatillas Adidas.
Y no hemos hablado de las deudas. Cuando se produce una devaluación monetaria, los ahorros y las deudas se devalúan a la par. Esto hace que los acreedores pierdan valor real, mientras que los deudores aligeran sus hipotecas. Es una manera de reducir el apalancamiento de la sociedad, tanto del estado como empresas y particulares. En la situación que estamos de burbuja de deuda, esto es muy necesario.
En el caso de una devaluación interna, las deudas se hacen mayores y los impagos se extienden como una plaga. Los acreedores no pierden valor "monetario", pero se enfrentan a la quiebra debido a una insoportable tasa de morosidad.
El resumen de todo esto, es que una devaluación monetaria perjudica principalmente a las fortunas y a los acreedores (bancos nacionales y extranjeros), mientras que la deflación interna que nos están imponiendo perjudica a los deudores (los ciudadanos hipotecados y el estado) y a los millones de personas que se quedan en paro.
Hay otra diferencia importante en las dos maneras de ajustar la competitividad. La devaluación monetaria tiene un efecto inmediato de creación de empleo (y por tanto de producción y de aumento de riqueza), mientras que la deflación interna genera mucho paro durante al menos un lustro durante el cual los millones de parados no producen nada (se deja de crear riqueza, lo cual empobrece y endeuda todavía más al país).
El camino de la deflación interna solo se puede aplicar en época de bonanza (como hizo Alemania en la década anterior a la crisis) ya que el crecimiento absorbe el desempleo generado, pero en época de depresión es un sistema absolutamente insostenible y suicida.
Esto es un error conceptual de economía. Lo que hace que un país sea rico (y que pueda importar mucho más) es su competitividad, es decir su capacidad para vender bienes al exterior. Cuanto más exportas, más dinero consigues para poder importar. Da lo mismo que tu moneda sea fuerte o débil, lo que importa es que exportes lo suficiente para luego poder importar petróleo y otras necesidades.
A continuación voy a explicar el mecanismo concreto de todo esto:
El petróleo, a nivel internacional, se transa en dólares. Esto está empezando a cambiar, ya que algunos países aceptan euros para vendernos hidrocarburos. En cualquier caso, tanto euros como dólares no son monedas que podamos "imprimir", ya que no tenemos soberanía sobre las mismas.
Supongamos que volviéramos a una moneda soberana, llamémosle Nuevas Pesetas. La creación de dinero por parte del Banco de España serviría para pagar los gastos internos del gobierno, pero no las importaciones. Las importaciones se pagan solo en dólares o en euros, y ninguna empresa extranjera aceptaría nuestra divisa (npta).
Es fundamental entender que ningún país ni autoridad monetaria extranjera aceptaría cambiarnos cantidades importantes de nuevas pesetas por dólares. Esto sucede con los particulares cuando vamos de viaje porque hay un acuerdo financiero internacional para que sea así, y debido también a la suculenta comisión que nos cobran. Pero el Banco de España no puede imprimir mil millones de pesetas y pretender comprar dólares con ellas. Nadie las aceptaría.
Las reservas de dólares de cualquier país solo se pueden conseguir mediante exportaciones, excepción hecha de los "swaps de liquidez" entre bancos centrales (pero esa es otra historia, ya que tampoco nos ayudaría en nuestro caso).
Esto quiere decir que, por ejemplo Avia (distrubuidora independiente de combustible), deberá pedir al Banco de España que le cambie pesetas por dólares para poder importar el petróleo que luego nos venderá refinado en las estaciones de servicio.
Cuando Camper vende zapatos al extranjero, cobra en dólares que son cambiados en el Banco de España por pesetas para pagar tanto los impuestos, como los gastos en personal y resto de costes de fabricación (de la parte que no tenga externalizada a China).
Es decir, que el Banco de España va acumulando divisas extranjeras (normalmente dólares) cuando Camper exporta calzado, y reduce sus reservas cuando Avia importa petróleo.
Si gastamos más importando que exportando, las reservas de divisas del BdE se acabarán, y no podremos importar más salvo que nos endeudemos en dólares durante un tiempo. Pero eso será vivir de prestado, y la situación empeorará en breve si no se revierte la balanza comercial.
Así que lo que es clave para importar energía es que el país tenga reservas de divisas con las que cambiar moneda al importador para que nos llegue el petróleo extranjero. Cuando un país tiene una moneda demasiado cara, las exportaciones se hunden mientras que las importaciones crecen. Es como una familia que gasta más de lo que ingresa. Esto se denomina un problema de competitividad.
Para ajustar la competitividad hay que reducir los precios y los sueldos de modo que se alineen con los del exterior. Esto se puede hacer de dos maneras, una indolora y otra muy dolorosa:
-- la indolora consiste en devaluar la moneda para que el ajuste sea instantáneo y en cuestión de meses se revierta la balanza comercial. Se genera empleo rápidamente al importar menos, exportar más y al comprar más productos nacionales. Eso sí, viajar al extranjero sale más caro, y también subirán los iPhones, la gasolina y las zapatillas Nike.
-- la dolorosa es la llamada deflación interna. Esto consiste en obligar a la población a que acepte trabajar por menos, para que los costes empresariales se reduzcan, y con ello los precios de nuestros productos. Salvo que se aplicara un real decreto de reducción de sueldos (por ejemplo todos perdemos un 30% del sueldo, pero la hipoteca sigue igual), este ajuste se consigue en la práctica mediante mucho desempleo y precarización laboral ("flexibilidad"), para que los parados en situación desesperada acepten trabajar por sueldos que nunca antes habrían aceptado. Después de unos cuantos años de doloroso ajuste, se consigue que la población trabajadora cobre de media mucho menos. Al final viajar al extranjero sale también más caro, lo mismo que los iPods, el gasóleo y las zapatillas Adidas.
Y no hemos hablado de las deudas. Cuando se produce una devaluación monetaria, los ahorros y las deudas se devalúan a la par. Esto hace que los acreedores pierdan valor real, mientras que los deudores aligeran sus hipotecas. Es una manera de reducir el apalancamiento de la sociedad, tanto del estado como empresas y particulares. En la situación que estamos de burbuja de deuda, esto es muy necesario.
En el caso de una devaluación interna, las deudas se hacen mayores y los impagos se extienden como una plaga. Los acreedores no pierden valor "monetario", pero se enfrentan a la quiebra debido a una insoportable tasa de morosidad.
El resumen de todo esto, es que una devaluación monetaria perjudica principalmente a las fortunas y a los acreedores (bancos nacionales y extranjeros), mientras que la deflación interna que nos están imponiendo perjudica a los deudores (los ciudadanos hipotecados y el estado) y a los millones de personas que se quedan en paro.
Hay otra diferencia importante en las dos maneras de ajustar la competitividad. La devaluación monetaria tiene un efecto inmediato de creación de empleo (y por tanto de producción y de aumento de riqueza), mientras que la deflación interna genera mucho paro durante al menos un lustro durante el cual los millones de parados no producen nada (se deja de crear riqueza, lo cual empobrece y endeuda todavía más al país).
El camino de la deflación interna solo se puede aplicar en época de bonanza (como hizo Alemania en la década anterior a la crisis) ya que el crecimiento absorbe el desempleo generado, pero en época de depresión es un sistema absolutamente insostenible y suicida.